El concepto de escasez

Educación Tecnologica. II Medio.
Prof: Esteban Ormazábal.





¿Por qué no podemos tener o hacer
 todo lo que queremos?

El concepto de escasez

No podemos volar en avión y al mismo tiempo tomar sol en la playa; o estar simultáneamente en Santiago y en Arica. Estos ejemplos tan simples y obvios ponen de relieve la necesidad de escoger qué vamos a hacer con nuestro tiempo. Del mismo modo, si disponemos de $1.000 pesos, tendremos que decidir qué hacer con ellos, eligiendo entre las diversas posibilidades de gastarlos: algunos viajes en Metro _que serán más si los hacemos en horario bajo_ o algunos viajes en bus; o chocolates o maní; o ahorrarlos, es decir, guardarlos para usarlos más adelante; o una combinación de varias de estas posibilidades.
Este problema lo enfrentamos no solo cada uno de nosotros, sino también nuestras familias, el Gobierno, las empresas. Las familias deberán escoger cómo gastar sus ingresos y los préstamos a los que puedan tener acceso para satisfacer mejor las necesidades familiares. El Gobierno tendrá que proponer al Congreso un presupuesto de gastos en el que deberá escoger qué hacer con los recursos de que dispone, incluidos los préstamos que pueda pedir. Las empresas deberán decidir qué y cuánto producir de los diferentes productos con los recursos con que cuentan, incluidos también los recursos adicionales que puedan obtener por distintas vías.
Nadie se escapa de la necesidad de escoger. Ni aun la persona más rica del mundo puede tener o hacer todo lo que desea. Por ejemplo, dicha persona no podrá estar en Santiago y en Arica al mismo tiempo, ya que este es limitado; tendrá, pues, que escoger dónde ir primero y dónde después. El tiempo nos restringe a todos, sin excepción; restringe nuestras posibilidades de escoger libremente lo que quisiéramos hacer. El tiempo es una “restricción”.
Igualmente, la disponibilidad de recursos (ingresos, préstamos, cosas que podamos vender) es limitada. Nadie tiene recursos infinitos, pero aquí la limitación no es igual para todos. Algunos tienen más recursos que otros y, por tanto, pueden lograr adquirir más cosas que otros para satisfacer sus necesidades: en buenas cuentas, tener $2.000 pesos es mejor que tener solo $1.000, pero eso no evita la necesidad de escoger cómo gastarlos. Los recursos son otra restricción a la libertad de elegir: no puedo elegir lo que no puedo obtener.
Frente a esta limitación del tiempo y de los recursos, las personas tienen necesidades que satisfacer tales como: alimentación, vestuario, educación, cuidado de su salud, lugar donde vivir, tiempo de descanso, etc. Estas necesidades, en general, no estarán nunca satisfechas plenamente porque el tiempo y los recursos no alcanzan para ello. Lo mismo ocurre con los países.
Si bien es posible transitoriamente tomar préstamos para gastar más que los recursos disponibles, en algún momento habrá que pagar el préstamo, y entonces habrá que gastar menos para dejar un cierto excedente para pagar la deuda. Por ejemplo, si una familia dispone de $500.000 pesos mensuales como ingreso, puede gastar más que eso pidiendo un préstamo, que pagará en cuotas. Cuando usa el préstamo, gastará más de los $500.000 que tiene cada mes, pero cuando empiece a pagar el préstamo, tendrá que gastar menos de $500.000 en satisfacer sus necesidades para destinar la diferencia a pagar las restantes cuotas del préstamo.
Los países tienen necesidades de salud, educación, obras públicas, asistencia a los más necesitados, defensa y muchas otras. Es imposible satisfacerlas todas porque los recursos no alcanzan ni aun en los países más ricos. Entonces, los países también tienen que escoger cómo gastar sus recursos para satisfacer las necesidades de la población de la mejor manera posible.
Así, la escasez del tiempo y de los recursos nos obliga a escoger, entre distintas posibilidades, aquellas a las cuales damos mayor importancia, aquellas que preferimos por sobre otras. Es como si ordenáramos nuestras opciones de gasto en una lista por orden de importancia. Eso se llama priorizar.
 A. Las preferencias de las personas son distintas
¿Qué necesidades satisfaremos primero? Cada persona tiene sus propios gustos y preferencias. Algunos optarán por ir al cine en vez de visitar el zoológico. Otros elegirán hacer deporte. Algunos querrán comer marraquetas en vez de pan de molde, otros preferirán las hallullas. Cada cual tiene sus propias prioridades, de acuerdo con sus gustos.
Cada uno tiene derecho a sus gustos personales, aunque a veces, en las familias, estas diferencias de gustos generan conflictos porque no se puede, por ejemplo, cocinar algo distinto para cada miembro de la familia. En este caso, la familia busca una forma de resolver estos conflictos para llegar a un resultado satisfactorio para todos. Tal vez el caso más evidente de este tipo de conflictos es el uso del televisor: diversos miembros de la familia quisieran ver distintos programas, pero son pocos los que pueden contar con un televisor para cada uno.
Los gustos y preferencias de las personas no son independientes entre sí. En realidad, lo que haga una persona influye en lo que harán otras y estas, a su vez, influirán en la primera. Tampoco son independientes de la historia de una comunidad (las fiestas patrias llevan a ciertos consumos típicos), de la geografía del lugar (la preferencia por los mariscos es propia de los países con largas costas marítimas, el ski se practica más en los países que tienen montañas nevadas), de los países vecinos, de la religión predominante (los judíos practicantes no consumen carne de cerdo, los musulmanes practicantes tampoco y no beben alcohol, los católicos practicantes no comen carne el Viernes Santo) y de muchos otros aspectos de carácter cultural.

B. Es necesario conciliar las diferencias
En general, las familias resuelven los conflictos entre sus miembros mediante alguna forma de negociación. En el caso del televisor, esta negociación resulta a menudo en horarios asignados a los distintos miembros de la familia o grupos de ellos, para ver los programas preferidos. Naturalmente, cuánto tiempo logre cada miembro de la familia para ver televisión dependerá mucho de su edad y de los programas disponibles, así como del uso alternativo de su tiempo.
Tal como lo hace una familia, una comunidad necesita resolver un problema similar: cómo decidir qué cosas se producirán según las diversas preferencias de cada miembro de la comunidad y según los recursos con que se cuenta. Pero cuando se trata de decisiones que afectan a grandes grupos de personas, ya no se puede confiar en una negociación directa entre ellas para alcanzar una solución. Es necesario establecer un “sistema”, un mecanismo que ayude a resolver el problema sin que se requiera de una serie infinita de negociaciones directas entre las personas o grupos de personas, porque ello sería, simplemente, imposible.

Pero, además, tal como ocurre en una familia, será necesario determinar cuánto de lo producido en una comunidad le corresponde a cada uno de sus miembros. En una familia, la distribución de lo que hay disponible se hace mediante una combinación de autoridad y negociación: en parte los padres disponen todo, pero los hijos no dejan de participar, al menos en la forma de reclamos que deben ser resueltos por el jefe o la jefa de familia. Las relaciones de parentesco y la necesidad de convivir ponen cierto límite a la magnitud de los conflictos que, inevitablemente, se generan. En cambio, en una comunidad más amplia esas relaciones son más lejanas por lo que, sin un sistema que ayude a solucionar los conflictos, estos podrían escalar hasta niveles incompatibles con la vida en sociedad.
Por supuesto, si no hubiese escasez, nada de esto sería problema. Se podría producir más y más de cada cosa hasta satisfacer todas las necesidades de la comunidad y no tendría que haber conflicto alguno por este motivo. Sin escasez de tiempo y recursos, estaríamos en el paraíso. Por ejemplo, no habría robos, porque, ¿para qué robar si tengo todo lo que deseo? No habría crímenes, salvo por desquiciamiento mental o por accidente. No habría guerras, (de nuevo, salvo por desquiciamiento mental o por accidente) porque no habría motivos para ellas: todos tendríamos todo lo que queremos.
Desgraciadamente, el mundo no es así, y la escasez de recursos frente a las necesidades presiona en casi todos los aspectos de la vida.
La esencia del problema económico se encuentra en la escasez. No es posible satisfacer todas las necesidades, incluso en los países más ricos. La falta de comprensión de este punto esencial causa muchas frustraciones, ya que todos quisiéramos mejorar rápidamente nuestras condiciones de vida y los recursos disponibles no lo permiten.
La escasez nos obliga a escoger entre alternativas, ya que no podemos tenerlo o hacerlo todo. De aquí se desprende algo muy importante: todo lo que hacemos o tenemos es a costa de dejar de hacer o tener otra cosa. La decisión de escoger una alternativa tiene un costo: lo que debimos sacrificar para escoger esa alternativa y no otra. A ese costo se lo llama costo alternativo o, también, costo de oportunidad. Por ejemplo, si tenemos que escoger entre ir al cine o al estadio, y escogemos ir al cine, el costo alternativo de ir al cine es lo que nos perdimos por no ir al estadio. Al comparar una opción y otra, tendremos en cuenta muchas cosas: el precio de las respectivas entradas, la película que podríamos ver, el partido que se jugará, el tiempo que destinaremos a una u otra actividad, quien nos acompañaría en una y otra, el costo de llegar y salir del cine y del estadio y seguramente otras cosas. Ninguno de nosotros hace ese cálculo de manera detallada, pero al tomar la decisión estamos prefiriendo una alternativa a la otra, lo que quiere decir que la consideramos mejor o, al menos, igual que la no elegida.
En breve, la economía trata de resolver los problemas de qué producir, cómo producir, cuándo producir, cuánto producir y quién recibirá lo producido o sus beneficios.
C. ¿Cómo resolver el dilema? Soluciones dictatoriales y soluciones democráticas
Entonces, ¿cómo se organizan las comunidades para enfrentar los problemas de qué, cómo, cuándo, cuánto producir y para quién? Hay una solución simple a este problema: un dictador que maneje todos los recursos de la economía y que decida, a nombre de toda la comunidad, cómo contestar esas preguntas. En este caso, serán los gustos y preferencias del dictador los que se impondrán a toda la sociedad. Podría ser que el dictador fuese “bueno”, y tratase de representar los gustos de la comunidad pero, al final, en la duda, tendrá que imponer sus propias preferencias o su propia interpretación de los deseos o preferencias de los miembros de la comunidad.
Naturalmente, para imponer su solución, el dictador tendrá que tener un aparato represivo suficientemente poderoso como para acallar las quejas y “suprimir” los conflictos que pudieran presentarse. Aunque parezca increíble, soluciones parecidas a esta se ensayaron en el mundo en el pasado, como por ejemplo en la antigua Unión Soviética durante la mayor parte del siglo XX. Tales soluciones fracasaron estruendosamente: se produjo un fuerte desperdicio de recursos ya que se fabricaban cosas que la gente no quería adquirir; y en cambio, se producían cosas al margen de las disposiciones oficiales que se transaban ilegalmente y que generaban un fuerte incentivo a la corrupción por falta de control social. En la práctica, los sistemas de dirección central de la economía no pudieron lograr lo que hacen los precios: orientar los recursos en las direcciones deseadas por compradores y vendedores y promover su uso más eficiente, en el sentido de usar el mínimo posible de ellos para lograr los objetivos deseados, o alcanzar dichos objetivos en el máximo grado posible con lo recursos de que se dispone.
Si las soluciones dictatoriales no funcionan, ¿cómo resolver en una comunidad el dilema que genera la escasez de recursos y tiempo frente a las necesidades? ¿Cómo compatibilizar las diferentes preferencias de los miembros de la comunidad? En buenas cuentas ¿cómo decidir qué cosas se producirán, quién hará qué, cómo lo hará, cuánto y cuándo se producirá, cuánto le tocará a cada uno? Estas son las grandes preguntas que la ciencia económica busca responder, con vistas a proponer ideas para lograr la mejor respuesta posible, que será aquella que dé el mayor grado de satisfacción a los miembros de la comunidad.
Del hecho de que los recursos sean escasos se desprenden algunas conclusiones que dan pistas para saber si nos acercamos al ideal de dar la mayor satisfacción posible a los miembros de una comunidad. Si los recursos son escasos frente a las necesidades, entonces debemos usar la menor cantidad posible de recursos para satisfacer una necesidad determinada porque, de ese modo, dejamos más recursos disponibles para satisfacer otras necesidades. Por ejemplo, si en dos lugares muy cercanos se vende pan de la misma calidad y tipo, y en uno es posible comprar el kilo por $400, mientras que en el otro vale $420, ¿por qué pagar más de $400? Podría ser que en el local más caro se atienda mejor y más rápido, pero entonces estamos pagando el exceso no por el pan, sino porque nos atienden mejor y, en realidad, estamos comprando dos productos: pan y calidad de atención o ahorro de tiempo.
Otro ejemplo del ahorro de recursos se encuentra en la producción. Si una empresa puede fabricar un producto determinado usando menos materiales y energía, menos horas de maquinaria y de mano de obra que los que utilizan.
otras empresas, podrá vender su producto más barato, y la gente lo preferirá. Tenderán a prosperar más aquellas empresas que hagan mejor uso de los recursos para producir. Tanto consumidores como empresas aprovecharán las oportunidades que surjan: comprar más barato un producto de calidad determinada, o producirlo más barato.
Así, el precio de los productos es una guía para que la gente compre, según su preferencia, los más baratos de entre los bienes que desea comprar, que serán precisamente aquellos producidos por empresas que utilizan mejor sus recursos para generarlos, es decir, que los fabrican a menor costo. Los precios juegan un rol esencial en una economía no dictatorial: guían tanto a las familias como a las empresas a usar mejor sus recursos.
Los precios son una guía fundamental para todos los que deciden comprar, producir o vender algo, llamados también agentes económicos o, simplemente, agentes (personas y familias, empresas y Gobierno). Por ello, es necesario asegurarse de que haya muy buena información, es decir, que todos sepan con facilidad los precios de las diferentes cosas de determinadas calidades que desean comprar o producir. La información es un elemento esencial para que los precios cumplan su función y para que los consumidores puedan beneficiarse de las mejores oportunidades y ejercer su derecho de buscar lo que más les conviene. Por supuesto, la información sobre precios se refiere a precios de productos de cierta calidad determinada, tal como los buscan los compradores y los ofrecen los vendedores. La información sobre precios debe ir siempre unida a la información sobre las características del bien que se busca.
Si los precios cumplen razonablemente bien su función de guiar a vendedores y compradores, se abre la puerta para que los sistemas de organización social y económica democráticos puedan dar adecuada respuesta al dilema de la escasez de recursos frente a las necesidades. Una dictadura puede ser compatible con decisiones económicas adoptadas libremente por los agentes. Sin embargo, un sistema democrático de organización social, basado en el poder de los votos de los electores y de sus representantes legítimamente elegidos solo puede tener éxito en el contexto de un sistema económico que funcione a base de las decisiones libres de las familias y personas, y de las empresas individuales. Si existiese una dirección central para la producción o el consumo, eso daría tanto poder a quien maneje dicha guía central que sería incompatible con el funcionamiento de la democracia. Quien maneje la dirección central del sistema tendría el poder de enriquecer o empobrecer a determinadas personas, a su antojo. Por ejemplo, si decide que no debe producirse pan amasado, destruiría los medios de vida de mucha gente que lo produce, a pesar de que muchas personas quisieran comprarlo.
Aun en democracia, es necesario tener algunas guías centrales mínimas, pero destinadas a proteger a la población. Por ejemplo, la producción, venta y consumo de estupefacientes están estrictamente controlados porque se ha comprobado que causan serio daño a la salud de las personas y porque, una vez iniciado su consumo, la gente no es libre para detenerlo: se produce adicción y dependencia de quien lo provee, y el consumidor está en manos de los proveedores. Una persona adicta a las drogas pierde su libertad y su salud. También se requiere acción centralizada para proteger a los ciudadanos de daños que se causen al medio ambiente y para corregir la información provista por los precios cuando esta es falsa (estos temas se desarrollarán más adelante). Además, es necesario que el Gobierno y sus instituciones cuiden el respeto de los contratos y de las leyes, de modo que los agentes tomen decisiones en un marco de seguridad contractual y legal.
D. ¿Quiénes toman decisiones en la economía?
Todos los miembros de una comunidad toman decisiones. Las personas y las familias deben decidir cómo obtener ingresos y cómo gastarlos. Ellos obtienen ingresos vendiendo su trabajo, lo que pueden hacer directamente como empleados de una empresa, de otras familias o del Gobierno. O indirectamente, como empresarios grandes o pequeños que destinan su tiempo a producir bienes (tangibles) o servicios (intangibles, como los servicios médicos, legales, los servicios telefónicos, etc.) que otras personas, empresas o el Gobierno desean comprar. Las empresas, por su parte, toman decisiones en cuanto a los trabajadores que desean contratar, a los materiales y técnicas que necesitan para producir, al o a los productos que fabricarán y venderán. Todas estas determinaciones están guiadas por los precios de los bienes y servicios, ya que se comprará lo más barato, dentro de determinadas calidades. En cada decisión que tomen, los miembros de la comunidad considerarán el costo alternativo de ella y escogerán la que sea preferida tomando en cuenta lo que dejan de hacer y lo que pierden por ello. Todos los agentes buscarán tomar aquellas determinaciones que les permitan aprovechar mejor las oportunidades de satisfacer sus necesidades.
Estas decisiones están limitadas por los recursos con que cuentan y están guiadas por el costo alternativo. Más adelante veremos qué pasa si estos agentes intentan gastar más allá de sus recursos.
La economía estudia precisamente cómo los agentes económicos y las comunidades resuelven el dilema que plantea la escasez y busca proponer ideas para resolverlo mejor



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